Cosas que odio: Los CAPTCHAs

domingo, 28 de septiembre de 2008 en 4:15
Antes que nada me gustaría decir que soy una persona muy ordenada a quien le gusta separar las cosas por partes. Bueno, parcialmente ordenada, porque mi habitación da miedo. Da igual, debido a esto la mayoría de mis aportaciones se verán divididas en temas.

Mi primera aportación es una muestra tremenda de egocentrismo abriendo un tema tratando sobre las cosas que yo, personalmente, odio. Porque naturalmente a todo el mundo le interesa saber que es lo que YO odio... En realidad simplemente lo hago para sacármelo de encima.

De esta forma empiezo hablando sobre los CAPTCHAs de los formularios.


CAPTCHA es un acrónimo para "Completely Automated Public Turning test to tell Computers and Humans Apart". Aunque la gente suele llamarlos "códigos anti-bot", "imágenes de seguridad" o, en mi caso, "el estúpido código del final de formulario". Su función es la de reconocer si la persona que está intentando entrar a un servicio es realmente un humano o se trata de un bot/robot. Si es un bot no debería ser capaz de reconocer el contenido de la imágen e introducir el código. Así se evita que los robots entren a algunos servicios para realizar bombardeos de spam, por ejemplo, o participar en encuestas.

Yo no tengo nada en contra de esto. Me parece lógico. El problema es cuando la imágen enreversa el CAPTCHA de forma que a veces queda incluso irreconocible.


En su mayor parte todos los códigos de esa imágen se entienden, mas o menos, pero hay cosas que crean confusiones. Esto no debería ser así. El código debería ser claro y legible. Muchas veces me he encontrado con códigos que no diferencian el cero de la O. O códigos en los que una "r" al lado de una "n" parecen formar convenientemente una "m", por poner algunos ejemplos.

Introducir el código erróneamente es más una molestia que otra cosa. Te vuelve a llevar de vuelta al formulario dándote otro y pidiendo que lo vuelvas a introducir. En el peor de los casos algunos de los campos (el de la contraseña, normalmente, aunque a veces son más) aparecen vacíos y tienes que volver a rellenarlos. Pero cuando fallas varias veces con los códigos de las narices empiezas a rallarte. En ocasiones el código es tan ambiguo que simplemente te toca teclear algo en una muestra de fe esperando que realmente sea eso, y reintentándolo hasta conseguirlo. Yo mismo al entrar a este blog tube que introducir el código unas 3 veces antes de dar con el correcto.

Aunque sin duda, los CAPTCHAs más ridículos que he visto jamás son...


No hay forma de saber exactamente cuales son las letras que realmente tienes que introducir. Están por todo el dibujo, es como una broma pesada. Dan ganas de agarrar al que diseñó eso y machacarle el cráneo con una letra de plomo gigante.


Esto es estúpido. No es complicado pero igualmente es estúpido. Lo repetiré de nuevo: El código debería ser fácil de introducir. Una persona debería ser capaz de echar una ojeada a la imágen y meterlo. El avance de los hackers ha conseguido que algunos bots reconozcan el contenido incluso de las imágenes distorsionadas, y esto hace que se tengan que probar nuevas formas. Como resultado, a veces crean engendros como el de la imágen anterior. Igualmente, es mejor toparte con esto que con uno de los que vienen ahora...


Cómo alguien espera que un usuario sepa que demonios pone en cualquiera de esos tres códigos es algo que escapa a mi comprensión. En el primer caso los garabatos imposibilitan la lectura del código. En el segundo caso ocurre algo similar. En el tercer caso el código está tan difuminado con el fondo que incluso cuesta ver que realmente está ahí. Si tras haber completado todo un formulario te topas con algo así casi es mejor olvidarte de todo para ahorrarte la frustración.


No... NO. ¡¡SIMPLEMENTE NO!!


Obviamente, quienes no sepan resolver la operación no pueden ser considerados humanos. Por supuesto. Lo peor de todo es que no es el único CAPTCHA matemático que he visto, y algunos de ellos tienen incluso límite de tiempo.


Al igual que en el caso anterior, si no escojes las chicas correctas no eres humano. Este... Simplemente me deja sin palabras...

Este último no es el más terrible que he visto, pero si uno de los más estúpidos y ridículos que he tenido el placer de conocer. Y lo dejo como el último porque es muy posible que muchos nos hayamos enfrentado a él.


RapidShare. Seguro que muchos reconoceis este. Lo tenían durante un tiempo en la web hasta que afortunadamente decidieron quitarlo. Te daban un código distorsionado con gatitos y perritos por el medio. Por supuesto, no podía bastar con escribir el código. No, tienes que escribir SÓLO los carácteres que tengan un gatito. Los animales también están distorsionados, y a menudo cuesta distinguirlos. A veces incluso costaba ver el carácter en cuestión porque estaban en medio, como me pasó a mi más de una vez confundiendo una "C" con una "G" porque el maldito minino estaba justo en la diferencia fundamental entre ambas letras. Naturalmente, la gente que quiere descargar algo no tiene nada mejor que hacer que dedicarse a buscar animales domésticos en medio de un código. Por ahí me dijeron que los premiums no tenían que enfrentarse a esta monstruosidad. Lo ignoro.

En fin... Demasiado a menudo estos códigos resultan más irritantes que otra cosa. ENTIENDO que tengan que enreversarlos algo para evitar que los bots reconozcan los carácteres, pero a veces es ridículo, sin contar las veces que el código da error sin razón aparente cuando has puesto lo que ponía claramente en el dibujo.

Los odio. Entiendo su utilidad, pero eso no cambia el hecho de que los odio y me gustaría devorar sus almas si las tubiesen.

Café

sábado, 27 de septiembre de 2008 en 10:53
¿Os he contado alguna vez lo que me ocurrió hace un par de años en una cafetería? ¿No? Bueno, no es algo de lo que suela hablar, pues aún me deja un sabor agridulce en los labios cada vez que pienso en ello. Pero ya sabéis como soy, cuando me he tomado un par de cervezas olvido el sabor de mi saliva y recuerdo más historias de las que debería. Quizás sea un buen momento para contároslo.

Veréis, estaba yo en un café en la calle mayor. No era una de esas típicas cafeterías de turistas, de hecho todos los del café parecían clientes habituales. La gente allí, era de la que suele languidecer en sillones con un libro en las manos y una copa sobre una mesita. Yo había ido alguna vez por allí, el sitio era relativamente caro, pero preparaban unos tés muy buenos, la mezcla de té verde, menta y hierbabuena era la mejor que había probado en mucho tiempo. Y por si eso fuera poco podía pasarme horas y horas leyendo y escribiendo en aquel sitio.

La gente allí era como atrezzo de la obra interior que se llevaba a cabo todas las tardes. La gente no solía meterse en los asuntos de los demás. Excepto el dueño, que tenia vocación de psicólogo, así que en algunas ocasiones se sentaba con alguien a escucharlo y a hablar con él. Le llamaban Sam, por lo que debía de llamarse Samuel, pero no tenía cara de Samuel. Era alto y fuerte, sus ojos eran almendrados y tenia el pelo rubio, muy corto, casi blanco, tenia la barba pulcramente afeitada dejando una pequeña perilla y un ligero bigote. Solía vestir pantalones blancos y camisas de colores vivos, siempre me recordaba, en su forma de vestir, a un cubano.

Supongo que llego el momento en el que me convertí en cliente habitual. Sam ya no esperaba a que pidiera para llevarme mi té. Era como si estableciéramos contacto visual, y yo le dijera "lo de siempre". ¿Sabéis? Siempre me habían gustado las escenas de película en las que el protagonista pide "lo de siempre" y la chica de turno se queda embelesada. En la vida real, es bastante más aburrido. Te hace darte cuenta de que en verdad tu vida es una monotonía, siempre lo mismo, siempre tan previsible.

Así pues en una ocasión miré a los ojos de Sam y le dije "lo que quieras". También era una frase de película, de esas que hay que decir una vez en la vida. Creo que Sam se animo, pues cogió un paño y acabo de limpiar una copa larga de las que tenia encima de la barra. Sonriéndome pareció medirme, juzgarme, sopesarme, comprobarme. Al tiempo se acerco a mi mesa con una copa larga, en su interior había un liquido que pasaba de amarillo en la base a rojizo en la boca. Le di un sorbo y el sabor de la fruta llenó mis papilas. Era un suave batido, muy fresco, tenia un punto de fresa y sandia. Mire a Sam, y le di las gracias y mi aprobación.

Aquella noche me quede escribiendo hasta muy tarde. Solía llevar el ordenador portátil conmigo, y como a Sam no le importaba acostumbraba a quedarme allí mucho tiempo. A lo largo del batido habían aparecido los sabores de la naranja, del melocotón, del mango, del plátano y de la piña. Tras la piña, ya apenas quedaba nada en el batido, levante la vista y vi que el café estaba vacío, tan solo Sam limpiaba unos vasos. Levante la mano y le llame, pidiéndole una carta.

Sam y yo sabíamos que iba a pedir una ración de pollo crujiente y una de pan con tomate. Pero teníamos nuestro ritual. Yo tomaba la carta. La miraba durante largo tiempo. Finalmente él, me preguntaba "¿Sabes ya que vas a pedir?" A lo que yo respondía "Creo que hoy tomare pollo crujiente y pan con tomate". Como siempre el ritual se repitió, por que al fin y al cabo, mas vale bueno conocido que malo por conocer.

Cinco minutos mas tarde, lo que me hizo sospechar que Sam comenzaba a estar habituado a mis horas de apetito, Sam vino con la comida preparada. Era uno de los pocos sitios en los que el pollo sabia a pollo. Y por mucho que la gente diga que todo sabe a pollo realmente nada sabia como ese pollo. Decidí que ya que estábamos los dos solos allí y yo me proponía tomarme una pausa estaría bien que nos sentáramos juntos. Y así se lo hice saber.

Sam me dijo que al fin y al cabo no seria mala hora para que cenara el también. Y que si no me importase. Al contrario. Por lo que el se levanto, fue hacia la cocina y volvió con un par de platos. Uno con unas pequeñas foccaccias y otro en el que llevaba unas generosas porciones de salmón sobre una base de arroz. El exotismo de su comida me hizo darme cuenta del contraste entre nosotros, y nuestros platos. Tampoco es que supiera gran cosa de él.

"¿Yo?" Dijo, con una voz levemente sorprendida.

"Tan solo soy el dueño de un bar. Y me gusta, ves a la gente, escuchas a la gente, les echas una mano en lo que puedes, te aseguras que no se hagan demasiado daño... No es un mal trabajo."

La modestia con la que me lo explico fue curiosa. Por lo menos sonaba más interesante que lo que hacia yo. Claro, que para eso... teniendo en cuenta que no hacia absolutamente nada, mas que perder el tiempo intentando escribir algo interesante y estudiando una carrera que no acababa de llenarme. Le explique lo que pasaba por mi mente.

"Hombre, decidiste hacer lo que haces ¿no? Además a mi no me pareces infeliz."

No, no estaba, ni estoy, infeliz. Pero simplemente me encuentro algo desmotivado. Algo... perdido. Es como si no hubiera elegido yo. Al diablo se vaya mi decisión. Hubiera sido más cómodo estudiar una de esas carreras que no hacen nada mas que pasarse el día de fiesta. La expresión de Sam se ofusco, y hablo en un susurro, como si hablara solo.

"¿Por que me culpan de todos sus pequeños errores? Usan mi nombre como si me pasara el día detrás de ellos. Persiguiéndolos, acosándolos para cometer errores. El diablo me hizo hacerlo... Viven sus vidas, plenas. Yo no me meto. ¿Y todo eso de la compra-venta de almas? ¿Cómo podría alguien ser dueño de un alma? No. Ellos son sus propios amos, solo que tienen miedo de afrontarlo."

Por un momento todo me pareció completamente irreal. Como si no hubiera sucedido. Sam, el Sam que yo conocía, seguía allí sentado. Sonriendo, hablando conmigo de mi vida y de su vida. Pero aun así, en algún lugar de mi mente, en eso que los psicólogos llaman el subconsciente aparecía él monologo que acababa de oír. Mire a Sam extrañado. Por primera vez le pregunte quien era.

"¿Yo? Solo soy el dueño de este bar. Al menos ahora..."

Tras una larga pausa. En la que parecía mirarme y preguntarse que pasaba por mi mente suspiro. Y entonces tuve la experiencia más rara que jamás he tenido.

"Mi nombre, el que me dio mi padre, es Samael. Y bueno, ahora soy el dueño de este bar, es la gracia de la vida eterna, puedes probar muchas cosas."

No recuerdo como llegue a casa. Simplemente recuerdo un penetrante dolor de cabeza. De vez en cuando vuelvo al bar. Suelo pedir un té. Pero cuando estamos a solas, Samael y yo prefiero un batido de frutas.

Probando, probando... (Mizel's Intro)

jueves, 25 de septiembre de 2008 en 4:08
Uhm, si... Hola... Parece que funciona.

Ejem... Muy buenas, soy Mizel. Tercera persona en colaborar, aunque segunda en escribir por lo que veo. Cuando me dijeron de abrir un blog conjunto entre mis amigos y conocidos pensé que sería una ocasión excepcional para llevar a cabo mis planes.

Seré sincero. No emplearé palabras profundas como mi buen amigo Spanta. Para mi Za Warudo no es un mundo nuevo para explorar. Para mi, este sitio es un lugar donde sembrar un foco de caos. Demasiadas cosas rondan mi mente últimamente, por lo que es mejor descargarlas en algún lugar antes de que sea demasiado tarde, y un blog es un lugar que pide a gritos ser usado como jaula de grillos para ello.

Vereis... Para mi, la mente humana es como un helado de vainilla. Primero le das unos lengüetazos suaves para ablandarla y, cuando finalmente la has debilitado lo suficiente, la muerdes destruyendo su base. Con esto quiero decir que es posible que algunas de las cosas que veais o leais aquí provoquen un desgaste neuronal bastante indeseable.

Nop. No soy mala persona, pero tampoco puede decirse que tenga la cabeza donde realmente debería estar.

Dicho esto, intentaré colaborar de alguna forma u otra con las cosas que se me vayan ocurriendo. Espero no causaros demasiados daños cerebrales.

Me despido hasta más ver, que supongo que será pronto.

El mundo (Spanta's Intro)

martes, 23 de septiembre de 2008 en 11:34
Hace mucho mucho tiempo, en algun sitio muy lejano, que por algun motivo estaba en el futuro...

¿Por que empiezo asi?

Pues por que es algo que se hablo hace mucho mucho tiempo.

En algun sitio muy lejano.

Y por algun motivo esta en el futuro.

No tiene nada que ver con que hasta hace un momento estuviera viendo la gerra de las galaxias.

Para mi, Za Warudo, es un nuevo mundo por explorar. Y como el principito me propongo a abarcarlo todo en su inmensidad.

Espero que vayais leyendo y colaborando segun querais con este blog. Siempre sereis bienvenidos a la escritura.

¡Y recordad la puerta del enemigo esta abajo!

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